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Las nuevas masculinidades:
por qué y cómo

Vivimos en un contexto de cambio. Y como el contexto cambia, las personas tratamos de adaptarnos.

Oímos hablar continuamente de la masculinidad, pero, ¿cómo podemos definirla? La masculinidad se define como el conjunto de atributos, valores, comportamientos y conductas que son característicos del hombre en una sociedad determinada (CNDH, 2018).

¿Cuáles son los atributos, valores, comportamientos y conductas que se atribuyen principalmente al modelo masculino en nuestra sociedad?

Las personas que actualmente se considera que cumplen los criterios de masculinidad se caracterizan por ser personas importantes, independientes, autónomas, activas, productivas, heterosexuales y, a nivel familiar, proveedoras y con un amplio control sobre sus emociones (Rafael Montesinos, 2005). Es decir, se les atribuye un papel activo a nivel económico, un papel pasivo a nivel familiar y, claramente, una desconexión emocional (ser fuertes, no llorar). Este modelo se conoce como masculinidad hegemónica.

Como bien sabemos, no se nace con estos repertorios de conducta, sino que se aprenden. La educación que reciben los hombres en su infancia, las dinámicas, juegos, películas, modelos, van dejando huella en ellos. Son reforzadas aquellas conductas más “masculinas” y castigadas aquellas que se alejan de este concepto. Estas conductas masculinas han podido ser adaptativas y funcionales, pero quizás ya no lo son, al menos para algunos hombres.  

Este modelo de masculinidad podía ser funcional cuando el modelo de feminidad que imperaba en la época iba de la mano a este. Había dos roles muy diferenciados (el hombre trabajaba y la mujer se encargaba de la casa y de la crianza) pero esto ya no es así. Hace ya años que las mujeres trabajan, por lo tanto ¿quién se encarga de las tareas del hogar? El modelo de feminidad también ha cambiado y, en consecuencia, el modelo de masculinidad hegemónica que se mantiene ha dejado de ir en consonancia. Ahora hay dos roles que no encajan y, de aquí, surgen multitud de conflictos.

¿Cuándo deja de ser funcional la masculinidad hegemónica?

El modelo de masculinidad que conocemos deja de ser adaptativo cuando la persona quiere expresar sus emociones y no puede. Cuando tiene que ser “fuerte” en momentos en los que lo que realmente necesita es derrumbarse. Cuando, quizás, se da cuenta de que no es heterosexual. Cuando quiere involucrarse en la crianza de sus hijos y en las tareas del hogar. Cuando quiere vestir de manera atrevida. Cuando se da cuenta de que el modelo de masculinidad no es justo, ni para los hombres ni para las mujeres.

El modelo de masculinidad hegemónico se sustenta en el patriarcado. No voy a meterme a definir el patriarcado, imagino que la mayoría ya sabéis en que se basa. Sin embargo, cada vez hay más mujeres y hombres que han abierto los ojos y se han dado cuenta de que es un modelo que deja a las mujeres en un segundo plano, mientras que eleva a los hombres a una posición de privilegio.  

Ya hemos echado por tierra la masculinidad hegemónica. Pero, y ahora, ¿qué? ¿Cómo aprenden los hombres un nuevo modelo de masculinidad?

Ya hemos visto que esto no es algo innato sino adquirido. Y para adquirir o aprender un nuevo repertorio conductual hacen falta varias cosas:

  • Modelos de masculinidad variados: es importante identificar hombres con una masculinidad distinta a la hegemónica en nuestra sociedad. Una vía para hacerlo pueden ser las redes sociales (por ejemplo, @braysefe) o buscar películas y series que incluyan a hombres con todo tipo de masculinidades (por ejemplo, Sex Education), etc. Estos modelos de masculinidad diversos aumentan el imaginario colectivo y, gracias a ello, se abre la alternativa de ser hombre de maneras muy distintas y no de una sola.
  • Refuerzo de conductas alternativas: cuando un hombre expresa sus sentimientos y se le insulta, esta conducta es castigada y su probabilidad de volver a darse disminuye. Sin embargo, cuando lleva a cabo esta misma conducta y su entorno le brinda apoyo y comprensión la probabilidad de que vuelva a llevarlo a cabo aumenta, es decir, esta conducta se refuerza.
  • Cambio en las reglas verbales. Vivimos en una sociedad que se cuestiona continuamente los roles, modelos y conductas que imperan. Gracias a la creación de espacios de debate y reflexión se puede llegar a producir un cambio en las reglas verbales. Por ejemplo: los hombres no lloran → todas las personas tienen emociones y pueden expresarlas.

En definitiva, la masculinidad hegemónica, a parte de injusta, es poco funcional y adaptativa en el contexto en el que vivimos. Es por ello que es vital cuestionarse las actitudes y conductas que sustentan este concepto. Poner en tela de juicio este modelo es el primer paso para el cambio. Ya sabemos que la masculinidad se aprende, y conocemos los mecanismos que forman parte del proceso de aprendizaje, por lo que podemos abrir paso a nuevos modelos y nuevos repertorios conductuales más diversos y flexibles, de modo que todos los hombres puedan sentirse “masculinos” en su globalidad.

Referencias

CNDH (2018). Respeto a las Diferentes Masculinidades. Porque hay muchas formas de ser hombre. “Tú puedes ejercer la masculinidad que elijas y tienes derecho a ser respetado, Ante cualquier acto de discriminación la CNDH está contigo”.

Montesinos, R., & Martínez, G. (2005). Feminidades y masculinidades emergentes. Del espacio público al privado, y viceversa. Veredas: Revista del Pensamiento Sociológico, (10), 487-408.

Isabel de los Ríos Sanchis

Soy psicóloga sanitaria y trabajo realizando terapia de manera online y presencial. Divulgación sobre psicología en redes sociales, especialmente temas de autocuidado, autoestima y bienestar emocional.