En segundo lugar, ese discurso que nos venden de que si somos sinceros desde el principio saldrá todo bien es un poco mentira. Nos ahorraremos el disgusto que produce la desilusión, sí, pero luego probablemente tengamos que enfrentarnos a ese sentimiento de haber podido parecer unos pesados, demasiado “intensos”, personas que se ilusionan y tienen sentimientos y esas cosas que están tan castigadas hoy en día. Las cosas van así cuando tomas decisiones.
¿Para qué nos vamos a engañar? Ahora mismo lo que “gusta” es el más desinteresado Interesa ser el más pasota, el que lleva el control del vínculo, el que no se moja sin tener todo bien afianzado porque no está dispuesto a perder nunca. Pero, aunque nos cueste asumirlo, el amor también es perder. Cuidar un vínculo desde el principio requiere exponernos a la posibilidad de que nos rechacen porque no sea mutuo, o que, por el contrario, la otra persona no se tome bien que tú no tengas las mismas intenciones con ella. Como en cualquier aprendizaje, se aprende equivocándose, y a veces dándonos cuenta tarde de lo que podíamos haber dicho y hecho antes.
La responsabilidad empieza cuando se inicia un vínculo y eso debemos comprenderlo desde el primer instante en el que tratamos con una persona.