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Qué pereza la responsabilidad afectiva

La responsabilidad afectiva. Este concepto cada vez más tendencioso parece ser la solución a muchos problemas de las relaciones actuales.

Últimamente me viene mucho a la cabeza que tenemos muy claro su significado pero no tenemos ni idea ni de cuándo ni de cómo llevarlo a la práctica. ¿Cuándo empieza la responsabilidad afectiva? O mejor, ¿cuándo debe hacerlo? ¿Cuándo debo preocuparme por esa persona? ¿Cuándo comienza el vínculo? Me he dado cuenta de que nos cuesta entenderlo porque nos gusta mucho eso de obtener beneficios de una relación sin tener que implicarnos ni lo más mínimo. Eso ya para otro momento, o para cuando oficialicemos qué somos. ¿Porque en ese proceso obviamente no somos nada, ¿no? ¿No se ha creado un vínculo de ningún tipo con la persona que llevas manteniendo relaciones sexuales durante dos semanas?

Hace poco publicaba un vídeo en el que decía que las relaciones siempre están en movimiento y creo con firmeza en que es así, si mantienes una relación inevitablemente esa relación va a continuar moviéndose y está creando una historia. Un polvo de una noche es una relación que comienza justo en el momento en el que te presentas, y aunque exista la posibilidad de que sea momentánea, requiere responsabilidad. Así que sí, la responsabilidad empieza en el minuto cero.

En segundo lugar, ese discurso que nos venden de que si somos sinceros desde el principio saldrá todo bien es un poco mentira. Nos ahorraremos el disgusto que produce la desilusión, sí, pero luego probablemente tengamos que enfrentarnos a ese sentimiento de haber podido parecer unos pesados, demasiado “intensos”, personas que se ilusionan y tienen sentimientos y esas cosas que están tan castigadas hoy en día. Las cosas van así cuando tomas decisiones.

¿Para qué nos vamos a engañar? Ahora mismo lo que “gusta” es el más desinteresado Interesa ser el más pasota, el que lleva el control del vínculo, el que no se moja sin tener todo bien afianzado porque no está dispuesto a perder nunca. Pero, aunque nos cueste asumirlo, el amor también es perder. Cuidar un vínculo desde el principio requiere exponernos a la posibilidad de que nos rechacen porque no sea mutuo, o que, por el contrario, la otra persona no se tome bien que tú no tengas las mismas intenciones con ella. Como en cualquier aprendizaje, se aprende equivocándose, y a veces dándonos cuenta tarde de lo que podíamos haber dicho y hecho antes.

La responsabilidad empieza cuando se inicia un vínculo y eso debemos comprenderlo desde el primer instante en el que tratamos con una persona.

Julia Moreno

Estudiante de psicología y divulgadora. Interesada en las relaciones afectivas y en el análisis de conducta. Le gusta leer, escuchar, escribir y hablar de amor.