Saltar al contenido

Análisis funcional del "Síndrome Bovary"

Este es un fragmento de una de las novelas cumbre del realismo literario del siglo XIX, escrita por Gustave Flaubert. En ella, se relata la historia de una joven, Emma, quien a lo largo de toda su vida se desvive por encarnar en un hombre  la idea de amor verdadero que ha construido en base a la ingente cantidad de literatura romántica que ha devorado a lo largo de su juventud. Emma, convertida en Madame Bovary después de contraer matrimonio con Charles Bovary, un médico provinciano, se siente rápidamente frustrada y desilusionada ante la vida sencilla y humilde que éste le ofrece, la cual dista de forma abismal con la vida fantasiosa, llena de aventuras y lujos que esperaba encontrar en el matrimonio.

La psicología no ha dejado pasar la oportunidad de estudiar y analizar esta obra al encontrar en ella un personaje con una gran profundidad psicológica. Por supuesto, tampoco ha querido perder la ocasión de categorizar esta insatisfacción emocional, que puede sentir cualquier persona cuando se enfrenta a una realidad que nada tiene que ver con lo que había construido en su cabeza, como un síndrome, en este caso, el Síndrome Bovary. Aunque inicialmente este término fue atribuido por el filósofo francés Jules de Gaultier en 1892, actualmente son muchos los blogs de psicología que definen este concepto, intentan desgranar sus características e incluso lo relacionan con el Trastorno Límite de la Personalidad (TLP), el trastorno narcisista o el trastorno histriónico de la personalidad.

En este punto, podemos preguntarnos si de verdad es necesario, y qué implica diagnosticar con un síndrome a una persona que sufre malestar general como consecuencia de una serie de creencias irracionales y acientíficas que, en mayor o menor medida hemos sufrido, estamos sufriendo, o sufriremos en algún momento de nuestra vida.

Un síndrome es definido como: “Un conjunto de síntomas que suelen agruparse pero no forman un trastorno todavía”. Para ejemplificar esto podríamos decir que uno de los problemas con los que nos encontramos cuando diagnosticamos a alguien con un síndrome o trastorno, es que, precisamente, dicha etiqueta hace que consideremos que una persona ha de ser curada de aquella afección que padece, es decir, que es dicho trastorno o síndrome, la causa de sus problemas, y no una consecuencia derivada de otro tipo de problemas conductuales.

En este caso, se podría entender que el síndrome Bovary es la causa por la que una persona puede sufrir malestar emocional e insatisfacción general en su vida amorosa y que hasta que éste no sea erradicado no podremos liberar a dicha persona de su padecimiento.

Desde la psicología conductista, en cambio, entendemos que, dado que la Psicología es la ciencia que estudia el comportamiento humano, los problemas psicológicos no son otra cosa que problemas conductuales que, por supuesto, no se encuentran arraigados o escondidos en recovecos del cerebro o de la anatomía humana. Atendiendo a esta definición, podremos darnos cuenta de que utilizar el concepto síndrome para referirnos a  problemas conductuales es un error. Por tanto, ¿de qué manera podríamos enfocar el problema, en este caso, de Madame Bovary?

En primer lugar, deberíamos realizar un análisis funcional de la conducta ya que va a ser esta herramienta la que nos proporcione la información necesaria para entender por qué y para qué se da un comportamiento, es decir, cuál es su funcionalidad. En cambio, la etiqueta “síndrome Bovary” no nos da ninguna información de la conducta de una persona más allá de ser útil para ayudarnos a detectar una serie de conductas que tienen gran probabilidad de darse de manera conjunta, como suele darse en los problemas de conducta alimentaria, por ejemplo.

Analizando la conducta de nuestra protagonista, necesariamente tendremos que atender a su historia de aprendizaje, especialmente aquella relacionada con las relaciones amorosas. Madame Bovary es una mujer que, desde su temprana juventud, creció leyendo novelas románticas que actuaron como modelo de aprendizaje respecto a cómo debe ser el amor y la vida en pareja.

Aquí encontramos uno de los pilares teóricos fundamentales de la psicología conductista, y es la relación del sujeto con su entorno. Bovary, nació en una familia acomodada que únicamente esperaba de ella una formación adecuada a su clase social junto al hecho de  convertirse en una buena esposa y ama de casa, por supuesto. Sumado a ello, encontramos que el momento histórico en el que nació está caracterizado por una gran proliferación de novelas románticas que  presentaban una visión idealizada de la vida en general, y  el amor en particular.

¿Pudo ser este un caldo de cultivo óptimo para  aprender una serie de creencias acerca de cómo deben ser las relaciones de pareja? Muy posiblemente sí, junto a otras razones que también han influido en la forma de entender el mundo de nuestro personaje y que sería importante conocer para poder seleccionar las técnicas de tratamiento adecuadas.

Es decir, la influencia de nuestro contexto juega un papel determinante en nuestro aprendizaje y, por tanto, en nuestra forma de relacionarnos con el mundo. Ni siquiera es necesario remontarnos al siglo XIX para entender la influencia de las creencias del amor romántico, especialmente en las mujeres jóvenes. ¿Diríamos por ello que todas las mujeres que poseen creencias basadas en el amor romántico sufren de este síndrome? ¿Es el grado de intensidad y afectación en la vida cotidiana lo que determinaría su diagnóstico? ¿O más bien deberíamos poner el foco en el contexto más que en el propio individuo?

Para entender el malestar de Madame Bovary podemos recurrir a una simple secuencia explicativa:

E→ R→ C

Esta secuencia puede ser explicada de la siguiente forma: Un estímulo (E) puede desencadenar una respuesta (R) mediante los cuales se van a establecer una serie de contingencias que harán posible la predicción y explicación de la conducta.

De esta manera podemos clarificar y entender de una manera mucho más precisa qué lleva a Madame Bovary a comportarse de la forma en la que lo hace. Bovary, cada mañana, cuando su marido se va de casa a trabajar, fantasea con encontrar un amor que le haga sentirse plena y la lleve a vivir a la gran ciudad, donde podrán consumar su amor entre cenas en los más caros restaurantes y obras de teatro reservadas para las capas altas de la sociedad.

Esas fantasías que no son más que pensamientos elicitados ante diferentes estímulos (aunque a veces también cumplen la función de estímulo), como pueden ser la marcha de su marido de casa todas las mañanas o conocer a hombres que puedan ser posibles candidatos al amante perfecto tan añorado, se refuerzan por las contingencias que le siguen.

Esto es especialmente notorio en los momentos en los que Emma comienza relaciones extra maritales con diferentes hombres. Al conseguir una nueva fuente de estimulación con la que cree que podrá cumplir sus expectativas amorosas, hace todavía más presentes los pensamientos idealistas y, no sólo eso, si no que durante un período de tiempo, los confirma.

 ¿Qué sucede entonces cuando confirma dichos pensamientos? Lo que está sucediendo en esos momentos es que Emma, confirma que puede llegar a encontrar un amor verdadero, un amor que la libere de la vida amarga y aburrida que está viviendo y la colme de lujos y aventuras románticas y pasionales. Es por ello que, cuando dichos amantes , frustrados ante la sed insaciable de su amada, y al ver que nada de lo que hacen consigue satisfacerla plenamente, deciden abandonarla.

Sobra decir que este reforzamiento es fácil que ocurra debido a la euforia propia que se siente al comienzo de una relación en la que la fase de enamoramiento empuja la idealización del otro y de la propia relación, haciéndola ver idílica y falta de imperfecciones, es decir, todo aquello en lo que Madame Bovary cree y por lo que lucha por conseguir.

Ese abandono por parte de los amantes justo en el punto en el que Emma todavía se encuentra en la fase de enamoramiento exacerbada consiguen que caiga en un profundo estado de tristeza, en el que pierde la ilusión por todo y en el que siente que ya nada vale la pena. Justo en el momento en el que sus expectativas y creencias se ven confirmadas y goza del sentimiento de amor más profundo es cuando lo pierde.

Según lo principios del aprendizaje, podríamos decir que a Emma le es retirado un reforzador positivo (el amor idílico de sus amantes), al igual que cuando se siente hundida y aburrida en su vida de mujer casada pero aparece algún hombre con el que podrá abandonar esa trágica vida podríamos decir que le es retirado un estímulo negativo (la sensación de soledad y tristeza al pasar los días sola en casa).

De esta forma podemos determinar cuáles son los mecanismos de aprendizaje que refuerzan los ideales románticos de Emma y las contingencias, es decir, las consecuencias, que siguen a cada una de sus conductas. Sería en este punto en el que podemos entender de qué manera se está manteniendo el problema y por qué se repite el mismo patrón una y otra vez, con cada uno de sus amantes, que le impide librarse de esa insatisfacción emocional que sufre cuando día a día ve como su vida dista mucho de la vida que realmente quiere vivir.

Por supuesto, no podemos olvidar la crítica feminista que encontramos en esta novela, ya que refleja de manera fidedigna la realidad de una mujer, en este caso de clase alta, que se ve avocada a pasar su vida entre las 4 pareces de su casa, sin más oficio que ordenar a la criada cómo han de doblarse las sábanas o a qué hora debe de estar hecha la cena. Probablemente, estás condiciones de vida resultasen ser un premio de la lotería para una mujer de clase trabajadora, pero no para nuestra protagonista.

Las expectativas y deseos que se han puesto en Madame Bovary, constituyen otra de sus fuentes de frustración, y es que difícilmente alguien podrá ser feliz cuando prácticamente toda su vida se ha decidido de antemano. Su educación en un convento de monjas, apartada de su familia, consumida por las novelas de amor romántico, y los esfuerzos y deseos de su padre por mantener a su hija en casa hasta que encontrase un hombre con el que casarse, son factores que influyen de manera determinante en su forma de ver el mundo y, sobre todo, en la tristeza y vacío que siente al verse recluida en casa, alejada de todo aquello que desea en la vida.

Emma no deja de ser un reflejo de una cultura patriarcal en la que la vida de las mujeres está escrita antes de nacer. Las mujeres debemos de cumplir con una serie de expectativas y roles que nos generan malestar y que muchas veces van en contra de nuestro propios deseos, como puede ser el hecho de querer trabajar y no poder hacerlo por tener que atender una serie de obligaciones y responsabilidades familiares y del hogar, o como puede ser el derecho a elegir no querer ser madres, leído por la sociedad como un acto egoísta y en contra de la naturaleza. Sea cual sea el caso, sufrimos toda una serie de violencia estructural y sistémica que repercute negativamente en nuestra salud psicológica.

A modo de conclusión final, sólo cabe comentar que, antes que diagnosticar con supuestos síndromes, trastornos de la personalidad, o alteraciones bioquímicas del cerebro, debemos atender a la circunstancias de la persona, a su contexto, a su historia de aprendizaje. Tal vez de esta manera entendamos que las personas no enferman o pierden el juicio, si no que reaccionan, responden y sienten, de una manera sana a un contexto que está enfermo.

REFERENCIAS

Froxán, M. X. (2020). Análisis funcional de la conducta humana. Concepto, metodología y aplicaciones. Madrid: Pirámide.

González Pardo, H. y Pérez Álvarez, M. (2007). La invención de trastornos psicológicos. ¿Escuchando al fármaco o al paciente? Alianza Editorial.

Pérez,S. (s.f ).Síndrome, síntoma y trastorno.Psicopedia.org. https://psicopedia.org/4645/sintoma-sindrome-y-trastorno/

Flaubert, G. (1857). Madame Bovary. Austral.

Rocha, M. (14 de Abril de 2021) Los problemas psicológicos y el cambio en terapia . CdeConducta.https://www.cdeconducta.com/los-problemas-psicologicos-y-el-cambio-en-terapia/

Imaginario, A. (s.f). Madame Bovary de Gustave Flaubert.Cultura Genial. https://www.culturagenial.com/es/madame-bovary-de-flaubert/



Laura Ruiz Pequenín

Soy psicóloga conductista especializada en sexología clínica y terapia de pareja. Para mí, la psicología no tiene sentido si no es desde una perspectiva conductista, feminista y de clase. Me dedico a hacer consultas de forma online y presencial y, por supuesto, a seguir formándome.